Joaquín Torres-García

Torres-García. Un moderno en la Arcadia | Espacio Fundación Telefónica Calle Fuencarral, 3 Madrid | hasta el 11.09.16

Comisario: Luis Pérez-Oramas

Joaquín Torres-García, Physique (1929). Óleo sobre lienzo © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016


«El mundo, tomado en serio, es antiartístico. Y triste. El arte debe (entre otras cosas) aportar alegría al mundo. ¡Sed extravagantes!¡Jugad!«. Estas palabras mencionadas por Joaquín Torres-García bien pueden sintetizar la convicción máxima que guió su trayectoria artística. Nació en Montevideo en el año 1874, pero al cumplir los diecisiete su familia cambió su residencia en la capital uruguaya por España. Tras una corta temporada en Mataró -pueblo catalán del que era natural su padre- la familia se instaló definitivamente en Barcelona. La ciudad será la cuna de aprendizaje de Torres- García y donde verán la luz sus primeros cuadros, algunos de los cuales conforman la retrospectiva alojada en el Espacio de la Fundación Telefónica de Madrid.

Hasta el 11 de septiembre podrá contemplarse esta exposición titulada Torres-García. Un moderno en la Arcadia, conformada por más de 170 piezas del artista. El recorrido comienza con las obras de su primera etapa, donde retrata la sociedad y el escenario de la Belle Epoque de un modo desfigurado y misterioso. Un estilo en el que puede apreciarse la influencia de dos importantes pintores y cartelistas del momento: el francés Henri de Toulouse-Lautrec -famoso por retratar la vida nocturna parisina de finales del siglo XIX- y el suizo Théophile A. Steinlen -célebre ilustrador de revistas satíricas francesas como Le Rire o L’Assiette au Beurre-.

Sin embargo, Torres-García adquiere gran popularidad de la mano del Vibracionismo: una corriente pictórica nacida en la Barcelona de 1917 y caracterizada por representaciones donde la profundidad espacial está colapsada, por un cúmulo de escenas que conviven unas junto a otras colmando la totalidad del lienzo. Una pintura que expresaba el dinamismo de la ciudad, recreando el entorno de la calle, el puerto o el mundo del circo. Es por ello que Torres-García era conocido como ‘el pintor de la ciudad’. Tras este auge en su carrera, el artista decidió viajar a la metrópoli donde todos soñaban con vivir en aquella época: Nueva York. Trama urbana por la que Torres-García se sintió inmediatamente atraído, reflejando esta fascinación en su obras. Será allí donde retratará sus escenas desde distintas perspectivas -bajo tierra y a gran altura- e iniciará su serie de juguetes de madera pintados de vivos colores.

Sin embargo, a pesar de que el pintor consiguió vender algunas de sus creaciones, el elevado coste del nivel de vida y su inadaptabilidad a causa del idioma precipitaron al año siguiente su prematuro regreso a Europa. No obstante, este interés por el juego germinado en la ciudad de los rascacielos, le servirá de inspiración para diseñar sus Objects Plastiques -ensamblajes de madera pintada- durante su próxima etapa en París. La capital francesa marcaría un fuerte punto de inflexión en su estilo artístico, cada vez más geométrico. Cambio, que indudablemente se debió a la influencia de Theo van Doesburg y el resto de miembros del grupo De Stijl, creadores de un tipo de arte abstracto de líneas rectas horizontales y verticales caracterizado por el uso exclusivo del negro, el blanco, el gris y los colores primarios.

Tendencia, que Torres-García reinterpretó utilizando colores más sombríos para los elementos geométricos que empezaron a protagonizar sus composiciones y a los que incorpora un gran número de símbolos e iconos. Recurre frecuentemente a las figuras esquemáticas del pez, el reloj, la mujer, la casa, el ancla, el corazón, la espada o el barco, acompañados de números y letras. Este uso de la cuadrícula como soporte lo mantendrá también durante la última etapa de su vida. Finalmente, en 1934 el artista decide volver a su Montevideo natal acompañado por su mujer y sus cuatro hijos, lugar donde vivirá hasta el fin de sus días y elaborará sus piezas bicromas en blanco y negro. Síntesis cromática a través de la que juega con la luz y la sombra para generar la sensación de relieve y movimiento evocando volúmenes arquitectónicos y motivos propios de las culturas precolombinas. Piezas, que estuvo pintando hasta 1949, año de su muerte, con el mismo espíritu que caracterizó su modo de entender la vida: «Haced las cosas al revés, podéis, sois libres de hacerlo (de algún modo). Imitad a los niños. La poesía y el arte: excentricidad-libertad-juego. Nunca dejéis de ser niños«.

Vista de la exposición Torres-García. Un moderno en la Arcadia © Cortesía Fundación Telefónica

 

Vista de la exposición Torres-García. Un moderno en la Arcadia © Cortesía Fundación Telefónica

 

Joaquín Torres-García, Composition (1931). Óleo sobre lienzo © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016. Photo: Thomas Griesel

 

Joaquín Torres-García, Construcción en blanco y negro (1938). Óleo sobre papel sobre madera © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016. Photo: Thomas Griesel

 




Datos de interés:
Horario: De martes a domingo de 10:00-20:00 h. Cerrado: Lunes
Precio: Entrada gratuita

Metro: Línea 1 o 5. Gran Vía

La muestra está producida por el MOMA de Nueva York, donde pudo verse del 25 de octubre de 2015 al 15 de febrero de 2016, en colaboración con el Museo Picasso Málaga, donde se expondrá próximamente