Para percibir la realidad que nos rodea, no basta guiarse por los estímulos recibidos a través de uno de los sentidos. Ni es posible su apreciación desde un único ángulo. Aun recibiendo todas las sensaciones externas posibles, siempre hay matices que se ven alterados por el paso del tiempo. Sin embargo, siendo consciente de que la temporalidad por sí misma vuelve a poner en cuestión el principio de todo acontecimiento, Perejaume (San Pol de Mar, 1957) acepta el reto.
Algunos árboles, es el título de la primera exposición del artista barcelonés en la sede madrileña de la galería Nogueras Blanchard. Hasta el 12 de noviembre podrán contemplarse un total de seis trabajos inéditos donde hace uso de la fotografía, el dibujo y el vídeo para mostrar un aprendizaje estrechamente arraigado a la naturaleza. Una línea de investigación que se centra en la multiplicidad de asociaciones surgidas en torno a las vicisitudes del paisaje.
Y es que la naturaleza está viva en la obra de Perejaume. Tanto, que en la secuencia fotográfica titulada Retaulística (2015), se puede tocar visualmente la textura del bornizo alcornoque recubierto con pan de oro. Imágenes de un mundo natural, que es retratado de una manera más abstracta e irónica en las cuatro piezas sobre papel: Hay tantas obras como árboles (2016), Cuantas palabras son necesarias para ser un escritor (2016), Montnegre (2016 ) y Mar (2016), en cada una de las cuales emplea una técnica diferente.
No obstante, aunque la temática orgánica es el hilo de toda la muestra, es en Rondó (2016) donde mayor seducción suscita. En el vídeo, la protagonista es una encina que baila, delante de unos matorrales y al son de las cigarras en un paisaje aparentemente inmutable. Sin embargo, el árbol gira sin cesar sobre sí mismo. Permanece, a pesar de estar en constante cambio. Pero el verdadero reto es intentar responder al complejo enigma que representa el paso de un tiempo a otro. Y la exposición es la mejor prueba de que Perejaume lo logra con primor e ingenio.



