Comisarias: Annette Doisneau y Francine Deroudille
Fue el ‘cazador de miradas delatadoras’. Así lo evidencian los rostros de los protagonistas de cada una de las 110 instantáneas que la Fundación Canal expone de Robert Doisneau (Gentilly, 1912 – París, 1994). Y es que esta figura fundamental de la fotografía del siglo XX, no lo puede negar: es un provocador innato. Con habilidad, captura instantes de situaciones que, a pesar de pertenecer al ámbito cotidiano, despiertan el afán de fantasear con la reconstrucción de los hechos de cada escenario. Una particularidad alegórica de su tendencia a no mostrar el mundo como era, sino como a él le gustaría que fuese.
Desde sus primeros coqueteos con la cámara en los años 20, el artista francés desarrolló un estilo propio alejado de las modas de la época. Su trabajo siempre estuvo marcado por el incesante deseo de extraer la belleza de lo cotidiano. Por eso no es de extrañar que tal proeza sea también el título de esta exposición. Una aproximación a los 45 años más relevantes de su trayectoria, que podrá contemplarse hasta el 8 de enero de 2017, y reunirá desde sus primeras fotografías de finales de los años 20 (que comenzó a realizar de manera autodidacta leyendo las instrucciones de las cajas de emulsión para revelar) hasta sus obras de mediados de la década de los 70.
La selección presenta un montaje desmarcado del orden cronológico, que combina con acierto imágenes emblemáticas con otras inéditas o prácticamente desconocidas. Entre las más célebres no podía faltar el mítico Beso de l’Hôtel de Ville (1950), uno de sus retratos más popular Los panes de Picasso (1952) o la favorita del autor Mademoiselle Anita (1951). A lo largo del recorrido se disponen, además, dos montajes que las comisarias Annette y Francine -hijas de Doisneau- elaboran a partir de 80 positivados de las décadas de mayor esplendor de su padre: los años 40 y 50.
Durante esta etapa la carrera del artista gozó de gran popularidad y su obra era codiciada por multitud de revistas. Su trabajo protagonizó las páginas de publicaciones como Life, Regards, Point de Vue o Photo Cinéma, ejemplares originales que también formarán parte de esta muestra. A pesar de que el grueso de sus fotografías están en blanco y negro, Doisneau era un apasionado empedernido del color. Prueba de ello es Palm Springs, la serie de 30 fotografías tomadas en 1960 para un reportaje de la revista Fortune, que pone fin al recorrido de esta exposición.
En este último trabajo el artista emplea, por primera vez, la película de color con fines definitivamente estéticos. Se valdrá de las cámaras analógicas Leica, Hasselblad y Rolleiflex (modelo expuesto en sala), para inmortalizar con fino sarcasmo la superficialidad de los adinerados americanos. Un bello repertorio con el que dará a conocer el carácter ácido característico de parte importante de su carrera. Una producción total integrada por 450.000 negativos, que retratan el mundo entre una conmovedora espontaneidad y una ocurrente ironía.





