Comisario: Urs Stahel
Como un superhéroe que merodea a sus anchas por la ciudad cuando cae la noche, Lewis Baltz (Newport Beach, 1945- París, 2014) se adueña de esos espacios en los que no se ve ni un alma. Durante la segunda mitad del siglo XX, el fotógrafo californiano documentó la faceta más desoladora de la arquitectura, retratando los parajes residuales de la intervención capitalista. Una mirada, alejada de lo idílico, que se presenta en la Sala Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre a través de una muestra formada por 400 fotografías que podrán contemplarse hasta el 4 de junio.
La selección, integrada por las diez series fotográficas más significativas de la trayectoria artística de Baltz, ofrece una íntegra visión de su trabajo. Desde sus pequeñas fotografías en blanco y negro que protagonizaron su etapa de los años 60 y 70, hasta la exploración del color y la predilección por el gran formato, que marcó su producción artística a partir de la década de los noventa. Dos estéticas completamente distintas que se suceden a lo largo del recorrido en perfecta simbiosis gracias al impecable montaje.
Da la sensación de que no hay posibles giros ni miradas cruzadas que los visitantes puedan efectuar sin que hayan sido premeditadas a la hora de colocar las obras. El éxtasis que producen los tonos rojizos y azulados de las copias de cibacromo dialoga a la perfección con la austeridad de la gelatina de plata. Más aún, cuando todas las imágenes cuestionan, desde distintos ángulos, la idea de un paisaje alterado por la ocupación humana. Se aprecia sobre todo en su serie The New Industrial Parks Near Irvine, California (1974), donde se alternan panorámicas de un paisaje fabril con vistas de las naves en primeros planos.
Otra de las series destacables de Baltz es Tract Houses (1969-1971), formada por 25 tomas frontales de 25 casas unifamiliares en proceso de construcción. Pero el interés radica en su modo de poner el foco sobre la geometría de los huecos y los paramentos de su arquitectura. Detalles de fachadas, ventanas o puertas en los que se pueden acariciar las texturas con la vista. La parte más nociva de la especulación urbanística y la sociedad de consumo, la ilustrará el fotógrafo en su proyecto Continuous Fire Polar Circle (1986) en el que retrata gigantescos montones de basura.
Cuando Baltz sucumbe a la revolución del color, se siente atraído por el suspense del paisaje nocturno y sus edificios iluminados por la luz artificial de los neones, como demuestra su serie Generic Night Cities (1989-2000). También explorará otros conceptos asociados a una visión de la ciudad más contemporánea como son el tema de la vigilancia y el control. Ejemplo de ello será la inquietante escenografía de Ronde de Nuit (1992-1995) donde se inspira en el Infierno de Dante para mezclar fotografías de una red de cableado con instantáneas de vídeos de vigilancia de una comisaría de policía. Un proyecto, que al igual que todos los que conforman esta exposición, presenta siempre una clara intención narrativa en el afán de Baltz de revivir lo emblemático del lugar a base de destapar su pasado y reinventar su futuro.

