Como un soplo de brisa fresca que se pierde entre vergeles, océanos y la inmensidad celeste, la obra de Alberto Reguera (Segovia, 1961) se adentra, por segunda vez, en la galería Fernández-Braso. De naturaleza iridiscente, las veinticinco pinturas que conforman la exposición varían según el ángulo desde el que se observan. Y es que para recorrer esta muestra, que podrá visitarse hasta el 10 de junio, es necesario dejarse llevar por, como su propio título indica, la nueva dimensión que le otorgan las Miradas expansivas.
Porque los pigmentos de las obras de Reguera parecen querer huir y, a la vez, quedarse. Eso sí, ya hace tiempo que no se conforman con habitar un único plano. La pasta traspasa los límites físicos del lienzo adueñándose de su canto y, en esta ocasión, dispersándose de manera heterogénea por la tela de un segundo lienzo. De este modo, la arquitectura de las piezas del artista está conformada literalmente por el cuadro dentro del cuadro, o más bien, por el cuadro fuera del cuadro. A veces, superpuestos de manera concéntrica, y otras, ligeramente desplazados hacia uno de los márgenes.
No obstante, da la sensación de que la pieza no concluye en los confines del propio volumen, sino que su materia se evapora a la infinitud del universo. Como es característico en la producción del artista, su propensión a hacer uso de vivos colores se mantiene también en esta selección de obras. A través de gruesas capas de añiles, verdes, naranjas, rojos y amarillos, el artista evocará la vibrante ráfaga de emociones que anidan en el territorio no acotado de sus abstractos paisajes. Todos ellos realizados entre los años 2013 y 2017, siendo casi la mitad exclusivamente de este último año.
Otro detalle a tener en cuenta es la textura de las piezas, caracterizada por la rugosidad de sus grumos, que borbotan sobre capas de diferentes grosores. Además, Reguera aplica la pintura con largas y gruesas pinceladas, equilibrando áreas de color muy saturadas con zonas prácticamente libres, que dejan visible la tela del lienzo. El resultado: una selección de composiciones tridimensionales de gran armonía y belleza, que han causado gran expectación también en otros puntos del continente europeo y asiático. En 2015, se expusieron en el UMAG Museum de Hong Kong y, el año pasado, en el Instituto Cervantes de París, ciudad que junto con Madrid, ha sido la predilecta del artista para la creación de su obra.



