Las obras relacionadas con la violencia y el desastre político-económico contrastan con aquellas que evocan la armonía espiritual en las paredes de la Freijo Gallery. Y es que en su actual exposición, dedicada al artista Antuán Rodríguez (Santa Clara, Cuba, 1972), conviven ambas realidades de manera paralela, eso sí, agrupadas en dos salas diferentes. La experiencia de pasar de una a otra es como viajar a otra dimensión. Por eso no es de extrañar que The Other Dimension fuera el título de la gran exposición individual que Antuán tuvo en el MoCA de Miami y de la que proceden las 15 piezas que podrán contemplarse hasta el 24 de junio en la galería. La selección se realizó entre las 105 obras que ocuparon las 10 salas del museo hasta el 22 de enero de 2017 y que pudieron admirarse como parte oficial del programa de la feria Art Basel Miami.
Tras más de 14 años, la obra de Antuán vuelve a exhibirse en una galería española, y por primera vez, en una de Madrid. Bajo el título Códigos Humanos, la muestra recorre 12 años de la producción artística del artista, destacando a primera vista la gran variedad de soportes a los que el artista recurre para formalizar sus ideas. «El arte es como un laboratorio para experimentar. Siempre tengo la inquietud de ir más allá, de evolucionar, de transformar mi pensamiento». Uno de los campos de estudio a lo largo de su carrera ha sido la interpretación del objeto y su papel comunicador. Por este motivo las obras de Antúan se han convertido en el mejor medio para manifestarse frente a las injusticias políticas y sociales.
De hecho la pieza, de mayor tamaño de la sala, titulada Left or Right, denuncia la falta de credibilidad de los políticos en multitud de países del mundo. Imprimiendo sus caras en sacos de boxeo -hasta la fecha 25-, esta instalación in progress iniciada en 2004 alerta de que la mayoría de los dirigentes «no son un ejemplo a seguir, están desactualizados y carecen de la voluntad de luchar por el desarrollo de la humanidad y la protección del planeta». Con este mismo sentido surge también su serie de 33 fregonas Keep your life clean (2015), que permiten limpiar el suelo con las caras de políticos como Donald Trump, Raúl Castro o Jordi Pujol, impresas sobre la tela de sus flecos. «En su deseo de tener el poder, pierden su compromiso de responsabilidad con la sociedad».
En esta sala Antuán también alude al sector económico a través de su instalación escultórica -formada por cinco martillos de bronce sobre los que graba tarjetas de crédito- que lleva por título La pasión más fuerte del siglo XX: la esclavitud (2015). Una frase del Premio Nobel francés Albert Camus que, en esta ocasión, hace referencia a lo que el artista considera la esclavitud del siglo XXI: «el sistema financiero y la mala educación inculcada respecto al uso de las finanzas. Nos incitan a asumir intereses y deudas que no podemos controlar, perdiendo nuestra libertad y cayendo en la autodestrucción».
El tercer tema, que cierra el contenido expositivo de la primera sala, es la violencia de la guerra, alojada de manera implícito en la forma de las piezas escultóricas que integran la instalación Armamentos para la creación (2016). Y es que para construirlas el artista ha utilizado como moldes balas de aviación. Para la elaboración de su superficie ha hecho uso de ceras de colores que ha fundido con la idea de «hacer desaparecer los armamentos y convertirlos en arte».
Para hacer frente a todo este estado de crispación, Antuán propone pasar a otra dimensión, o en este caso, a la segunda sala de la galería, donde encontraremos piezas que desprenden una vibración diametralmente opuesta y donde salen a la luz sus Códigos Humanos. A finales de 2013, el artista creó su propia simbología inspirada en los códigos binarios de la NASA, que traslada a sus piezas creando imágenes que combinan una gran variedad de códigos. Aunque estén realizadas sobre múltiples formatos, como lienzo, papel fotográfico, bronce o vídeo, todas son afines a la teoría de los cinco elementos: el aire, la tierra, el agua, el fuego y el éter.
A través de esta selección de piezas, Antuán propone «huir lejos de esa vida dominada por el miedo, el estrés y la violencia, e intentar hallar la conexión con nuestro propio centro para lograr la paz interior». Entre ellas destaca el vídeo titulado, precisamente, Los cinco elementos (2016), donde a través de los cuadrados que componen los códigos se pueden entrever 58 imágenes de paisajes de la naturaleza que van rotando cada cinco segundos. Además, se escucha de fondo en la reproducción una mezcla de sonidos producidos por un gong y unos cuencos tibetanos, ya que emiten «vibraciones sanadoras y proporcionan sensación de placer, paz y armonía».
Entre sus próximos proyectos, el artista aspira a construir las arquitecturas que pueden observarse en la recreación 3D de su pieza fotográfica Harvest Cycle #1 (2016). Una serie de cubos de hormigón, agrupados como si de las gradas de un teatro romano se tratasen, con los que el artista pretende crear «lugares de encuentro, parques contemporáneos donde la gente vaya a conectarse físicamente y no a través de los medios digitales». De hecho, uno de los requisitos básicos para entrar sería dejar fuera el móvil y cualquier objeto tecnológico. Además, sería imprescindible que las piezas estuvieran montadas en un espacio al aire libre donde «el techo sea el cielo y el suelo la tierra».
La intención de Antuán, tanto con este proyecto como con el resto de obras mostradas en esta exposición, es que los «seres humanos sean parte central de la existencia de la obra y que sus imágenes tengan una simbología de carácter universal». Ya que el artista, aunque haya nacido en Cuba, se siente «ciudadano del mundo» y, como expresa en el manifiesto que escribió con motivo de esta muestra, «parte de la gran familia humana, donde todos somos posibles sanadores y artistas, como revelación del espíritu creador del mundo».



