A. Botubol: «Improviso hasta que un capricho o un disparate me dice que pare»

Alejandro Botubol © Marina Fertré

 

Cada obra de Alejandro Botubol (Cádiz, 1979) reúne una inefable acumulación de capas que subrayan sus arrepentimientos. El artista las construye por intuición, siguiendo un orden improvisado y haciendo uso de objetos encontrados que, a posteriori, entran en juego en sus composiciones de manera simbólica. La observación sistemática de las distintas fases de las piezas es una parte fundamental de su proceso creativo. Por este motivo, las documenta a través de fotografías, que le permiten continuar mirándolas cuando abandona el estudio. Actualmente, su trabajo más reciente se titula Macropintura y puede visitarse hasta el 12 de enero en la primera exposición individual que le dedica Ponce+Robles desde su reciente incorporación a la galería.

En Macropintura «hay muchos patrones y cada uno desprende una energía diferente. No hay una linealidad de estilo, ni me interesa», afirma Botubol sobre su vasta producción de los últimos seis meses. Y es que entre obra y obra, crea más obra. «Suelo trabajar con técnicas al óleo, sobre lienzo o sobre papel, y mientras las piezas se van secando empiezo otras. Hay a veces que retomo algunas que han estado paradas en el estudio meses o incluso años». Para el artista disponer de la libertad de distanciarse es un punto a favor. «Si se me ha olvidado el proceso, improviso hasta que un capricho o un disparate me dice que tengo que parar». De este modo, logra darse tiempo para poder entrar y salir del discurso que gestó la obra. «Algunas las guardo porque no tengo manera de solucionarlas en ese momento. Igual que en la vida hay caminos que uno toma con decisión, hay otros que uno no sabe cómo iniciarlos y los deja aparcados hasta saber cómo retomarlos».

Al recorrer la exposición se aprecia una fuerte presencia de sus raíces gaditanas, del paisaje mediterráneo y de su pasión por el flamenco, aunque «cada cuadro posee una impronta y una narrativa distinta». La primera obra que puede admirarse nada más entrar en la galería, a mano izquierda, se titula Otra noche estrechada (2017). Una pieza que alude a la bulería de Lole y Manuel llamada Nuevo día en la que «una noche líquida y oscura, representada como si fuera un escenario de teatro con el telón abierto en los laterales del lienzo, da paso a una fresca mañana, que es explosiva en cuanto a su textura y materia».

En el centro de la sala resalta Altar de noche (2017), la pieza motor de la exposición, que ejemplifica el proceso seguido por el artista para la creación de su último trabajo en el que la luz y el accidente se convierten en los protagonistas. «La idea de esta obra surge de un pequeño espejo de tocador que se le rompió a mi novia. Casualmente un día que lo tenía en el estudio, el sol entró por la ventana y  la forma circular del espejo se reflejó en el techo. Después recreé el hallazgo de manera accidental, poniendo filtros de color en los cristales de la ventana del estudio para que estos se proyectaran a su vez en los lienzos o en los espejos». El artista introduce en la galería la luz de su estudio de manera simbólica al proyectar una fotografía sobre dos lienzos apoyados contra la pared, uno detrás de otro sobre un par de ladrillos, iluminados desde arriba por una bombilla amarilla y colocados sobre un fondo color teja. En el de arriba recrea el efecto de una pared desconchada para representar el fin de la pintura mientras que en el de detrás, alude con una tela de algodón sobre tabla en crudo al primer momento de la pintura, antes de imprimar.

Esta experiencia con el «color luz» deja paso a su práctica con el «color pigmento» en sus pinturas, algunas de las cuales desprenden vibraciones más pop, como Two Tapes (2017), Two Tapes II (2017) y Entre dos mundos (2017), la pintura de mayor tamaño de la exposición inspirada en la canción Entre dos aguas de Paco de Lucía. La parte más emocional de esta pieza se encuentra en la colorida franja del marco, mientras que en la parte central, la que descubrimos tras el hueco de la puerta, está la parte más racional. En ella, Botubol realiza «pinceladas de izquierda a derecha y de arriba a abajo, que siguen nuestro modo occidental de componer la escritura y su apariencia simula una huella que hace referencia al tiempo y la vida efímera y cambiante».

El recorrido continúa bajando a la planta sótano, donde se puede contemplar la obra Cada vez que nos miramos II (2017) en el rellano de la escalera. A partir de un dripping muy controlado el artista recrea una noche estrellada. «El fondo negro alude al universo, a la nada, y sobre ese vacío introduzco millones de estrellas». El artista tuvo la idea al vivir la experiencia de ver las Perseidas una noche de verano en Ávila, pasando frío y tomando vino. «No quería representar el movimiento, sino la nitidez y la sensación de densidad absoluta. La energía cósmica que sentí está representada en los cantos del lienzo que pinté de amarillo flúor para crear el efecto de un aura».

El recorrido expositivo se completa con dos obras más en el sótano El farero (2017) y Gran cesta de pensamientos (2017) y una última pintura en la primera planta titulada Buscando el camino (2017), inspirada en una bulería de Camarón. Además, de las obras expuestas, la galería cuenta con una serie de dibujos de Botubol que el artista produce de manera paralela a su pintura, igual que ocurre con sus piezas instalativas. Aunque se considera un pintor, en los últimos dos años ha demostrado que también se puede pintar en otros soportes con obras como Altar de noche, anteriormente mencionada, y Espejo, la primera que presentó en la galería Ponce+Robles, en las que Botubol muestra que es posible trabajar con el color no solo desde la pintura, sino también desde la luz.

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Vista de la exposición Macropintura en la galería Ponce+Robles © Marina Fertré
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Alejandro Botubol, Altar de noche (2017) © Marina Fertré
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Alejandro Botubol, Buscando el camino (2017) © Marina Fertré
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Vista de la exposición Macropintura en la galería Ponce+Robles (izq: Entre dos aguas (2017); dcha: Two Tapes y Two Tapes II (2017) © Marina Fertré
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Alejandro Botubol, Cada vez que nos miramos II (2017) © Marina Fertré
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Alejandro Botubol, El farero (2017) © Marina Fertré
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Alejandro Botubol, Gran cesta de pensamientos (2017) © Marina Fertré
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Alejandro Botubol presentando su obra Espejo en mayo 2017 © Cortesía Ponce+Robles