Andy Warhol (Pittsburgh, 1928 – Nueva York, 1987) supo crear sus obras tal y cómo las representaba: como productos en serie. Por este motivo no es de extrañar que la mayor retrospectiva jamás dedicada al artista en España tenga por título: Warhol.El arte mecánico. Tras su paso por Barcelona, Caixaforum Madrid exhibe hasta el 6 de mayo un total de 348 obras -entre serigrafías, dibujos, pinturas, esculturas, vídeos, instalaciones, revistas y portadas de discos, como el Made in Spain (1983) de Miguel Bosé- que evidencian la prolífica producción y el afán de innovación técnica del artista.
Y es que Warhol creó en la América de los años 60 un way of life propio que parecía no tener freno. Tras haber trabajado durante más de una década en Nueva York como ilustrador comercial para famosas revistas -como Vogue, Glamour o Harper’s Bazaar, entre otros trabajos expuestos en la muestra-, el artista fundó en 1963 su propio laboratorio experimental popularmente conocido como The Factory. El estudio de arte, ubicado en la privilegiada zona del Midtown de Manhattan, funcionaba día y noche. La actividad no cesaba y acudían personajes de diversa índole, tanto a contemplar como a protagonizar sus creaciones: desde artistas e intelectuales, hasta actores porno e individuos de la floreciente cultura underground.
La publicidad fue siempre la mayor fuente de inspiración de Warhol, no solo a la hora de concebir su producción de manera repetitiva y en masa, sino en los elementos que eligió para configurar su lenguaje. Sus modelos fueron aquellos que formaban parte del imaginario popular de la sociedad de la época: productos de consumo cotidiano, como las latas Campbell’s o las cajas de estropajos Brillo, y celebridades como Marilyn Monroe, Jackie Kennedy, Liz Taylor, Marcel Duchamp, Salvador Dalí, Muhammad Ali, Susan Sontag, Bob Dylan… Todos ellos aparecen retratados en distintas obras de la exposición. En este punto, es imprescindible pararse unos minutos en la pequeña sala destinada a las Screen Tests(1964-1966): las películas breves que Warhol grabó en primer plano a ‘personas geniales’ -como él las definía- siendo ellos mismos durante tres o cuatro minutos con la idea de retratar sus vidas.
En poco tiempo, este tipo de obras consagraron a Warhol como el artista pop más destacado del momento y se alzó como el intérprete plástico por excelencia de los intereses de una sociedad dominada por el consumo, en unos años de esplendor económico de una América que estaba dispuesta a dominar el mundo. Al recorrer la exposición somos testigos de su talento para crear imágenes que han trascendido a los propios personajes y objetos que protagonizan sus obras, otorgándoles un aura inmortal. Un ejemplo es su película muda Empire (1964), donde se muestra la magnificencia de uno de los famosos rascacielos del skyline de Nueva York (por aquel entonces, el edificio más alto del mundo). Incluso ha habido ocasiones en las que al intervenir la imagen ha dado una nueva simbología al personaje, como ocurrió con Mao Zedong. Warhol aprovechó la polémica que suscitó la visita de Richard Nixon a China en plena Guerra Fría para convertir al despiadado dirigente asiático en un modelo de la libertad de expresión y los valores estadounidenses.
Uno de los temas recurrentes en la obra de Warhol fue la muerte, especialmente a partir de su intento de asesinato por una de las artistas de la Factory en 1968. En la muestra, este miedo aparece simbolizado en obras como Gun(1981), una serigrafía de gran formato, intervenida con acrílico, del mismo modelo de pistola del que recibió las dos balas que le hicieron pasar varios meses en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte. Otra de sus piezas que evocan el memento mori es Skull (1976), la serigrafía de una calavera esbozando una descarnada sonrisa.
La virtud de esta muestra, que coincide con la celebración del décimo aniversario de Caixaforum, es su ambición de abordar la producción artística de Warhol desde su primera infancia hasta el fin de sus días, dedicando una generosa parte a su faceta como ilustrador y sin hacer excesivo hincapié en los tópicos, dirigiendo el foco al amplio espectro de técnicas que experimentó a lo largo de su trayectoria. Su excentricidad le llevó incluso a añadir su propia orina como acabadode sus pinturas al cobre de finales de los 70 conocidas como Piss Painting, de las que se puede contemplar una de ellas a lo largo del recorrido. Antes de abandonar la exposición, no olvidéis pasar unos minutos en la envolvente atmósfera de la sala que sucede a los retratos fotográficos de Warhol realizados por 24 artistas (Philippe Halsman, Richard Avedon, Robert Mapplethorpe,…). Unos minutos entre la tenue luz de las luces disco y la sugerente música de los Velvet y Nico. EPI (Exploding Plastic Inevitable), lo llamaban.







