Ricard Terré, la atemporalidad del rito 

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Comisaria: Laura Terré / Hasta el 11 de noviembre

El mayor homenaje realizado hasta la fecha a la trayectoria del fotógrafo Ricard Terré (Sant Boi de Llobregat, Barcelona, 1928 – Vigo, 2009) en Madrid tiene lugar en un espacio que parece haber sido diseñado ex profeso para la que se ha convertido en su primera restrospectiva en la capital. La geometría de la cruz, que podemos contemplar en un gran número de las 120 imágenes exhibidas en la Sala Canal de Isabel II, se repite también en las uniones de los pilares y las vigas que componen la estructura metálica de la gran escalera que atraviesa sus cuatro plantas. Y es que gran parte de la obra de este fotógrafo autodidacta y miembro histórico de la Agrupación Fotográfica de Cataluña y del Grupo Afal está fuertemente marcada por su fascinación por los escenarios de los ritos funerarios, las procesiones y las romerías.

Nada más entrar en la exposición puede leerse «Terré» al fondo, sobre una pared pintada de rojo que rompe con la monocromía de una sucesión de imágenes en blanco y negro de gran formato (recurso utilizado también en las plantas superiores). La comisaria e hija del artista, Laura Terré, afirma que a él «nunca le interesó el color. El blanco y negro le ayudaba a sintetizar los temas y a evitar las distracciones». Tampoco se sintió atraído por documentar las anécdotas de la actualidad del momento, sino que en sus fotografías buscó inmortalizar la vivencia de aquellos acontecimientos ligados a lo trascendental. A veces, mostrando una faceta nostálgica hacia la infancia, como puede contemplarse en la imagen San Boi, Barcelona (1956). Otras, compartiendo su obsesión por los ritos en los que subyace la omnipresencia de la muerte, como ejemplifica el conjunto de fotografías de la singular procesión de ataúdes (personas vivas ocupan el lugar de los muertos) que se celebra tradicionalmente en Santa Marta de Ribarteme (Pontevedra).

Galicia se convirtió en la segunda casa del fotógrafo cuando se trasladó a vivir allí en el año 1959 dejando atrás el círculo social de su Barcelona natal. Un cambio de ambiente y una adaptación a una nueva forma de vida que derivó en una pausa de trece años en su actividad artística. Sin embargo, aunque la trayectoria de Terré esté dividida en dos fases claramente diferenciadas a nivel temporal de 1955 a 1969 y de 1982 a 2005, mantiene una fuerte continuidad gracias a la coherencia de un lenguaje que no abandona sus códigos. Este es uno de los motivos por el que la comisaria ha decidido presentar un montaje expositivo que se aleja del convencional orden cronológico para construir una secuencia narrativa que dé lugar a una lectura más emocional de la obra de su padre. De este modo, cuando el espectador se adentra en el recorrido no sabe si está ante el trabajo realizado por el fotógrafo durante sus años de juventud o de madurez.

Este juego entre periodos de tiempo muy distintos es posible gracias a uno de los sellos de identidad que definen la genuina obra de Terré: la atemporalidad. Sus imágenes muestran aquello que sigue vivo y que podemos revivir. Son fotografías vigentes que no esconden el drama y que, en numerosas ocasiones, buscan la universalidad en la ambigüedad de sus escenas, en las que a veces no resulta fácil distinguir si son de luto o de fiesta. El singular estilo de Terré llamó la atención no solo de los fotógrafos españoles del momento, con los que compartió contexto y saberes, sino que su trayectoria (a pesar de la falta de apoyo a la fotografía por parte de las instituciones de nuestro país) fue reconocida a nivel internacional por figuras de prestigio como Henri Cartier-Bresson. El maestro francés de la fotografía documental del siglo XX y uno de los miembros fundadores de la Agencia Magnum seleccionó la imagen de Terré titulada Barcelona (1956) para la colectiva con la que abrió las puertas de su Fundación en París en 2003 y en la que participó solo otro artista español más: la fotógrafa Cristina García Rodero. Una imagen que también forma parte de este recorrido expositivo en el que tampoco faltan las citas de críticos y amigos del fotógrafo (escritas en las paredes) que nos ayudan a aproximarnos al suspense del peculiar mundo de Terré.

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Vista de la exposición de Ricard Terré en la Sala Canal de Isabel II © Marina Fertré
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Vista de la exposición de Ricard Terré en la Sala Canal de Isabel II © Marina Fertré
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Vista de la exposición de Ricard Terré en la Sala Canal de Isabel II © Marina Fertré
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Vista de la exposición de Ricard Terré en la Sala Canal de Isabel II © Marina Fertré
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Vista de la exposición de Ricard Terré en la Sala Canal de Isabel II © Marina Fertré
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Ricard Terré, San Boi, Barcelona (1956) © Marina Fertré
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Vista de la exposición de Ricard Terré en la Sala Canal de Isabel II © Marina Fertré
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Vista de la exposición de Ricard Terré en la Sala Canal de Isabel II © Marina Fertré
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Ricard Terré, Barcelona (1956) © Marina Fertré