Alicia Framis: Obras fundamentales en materia de género

Alicia Framis en la exposición Pabellón de género en la Sala Alcalá 31 © Marina Fertré

Comisaria: Margarita Aizpuru

Los proyectos de Alicia Framis (Barcelona, 1967) nacen de intereses diversos, pero siempre conducen a una finalidad social. Sus obras son dispositivos de denuncia, que plantean una propuesta para la protección de aquello que ha sido vulnerado. Y lo hacen con una representación que le da la espalda al drama, para debilitarlo con dosis iguales de ironía e ingenio. El punto fuerte de esta artista es su capacidad para crear comunidad y apelar a la participación del público que contempla su trabajo. En esta ocasión, en la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid, de la mano del comisariado de Margarita Aizpuru titulado Pabellón de Género, que podrá visitarse hasta el próximo 27 de enero.

La exposición recoge un variado número de proyectos —creados entre finales de los 90 y el año 2018— que tienen como tema transversal la reflexión en materia de género abordada desde distintas ópticas. Por ejemplo, la denuncia de la desigualdad en el ámbito social y laboral se materializa en The walking ceiling (2018), una performance en la que ocho mujeres desfilaron por la sala —a modo de procesión— bajo una superficie de cristal que soportaban sobre sus cabezas. La artista también ha trabajado con mujeres maltratadas para crear su colección Anti_dog (2002): veintitrés vestidos fabricados con un tejido antibala, antifuego y antiperro (en la planta superior pueden contemplarse dos de ellos), en los que aparecen escritas frases de violencia machista acompañadas del símbolo de copyright, registradas para evitar que volvieran a pronunciarse.

La figura de la mujer dentro del entorno familiar cobra protagonismo en obras como Hijas sin hijas (1997), que parafrasea el título del libro de Enrique Vila-Matas Hijos sin hijos (1993), donde el autor reflexiona en torno a su decisión personal de no tener descendencia. Para esta pieza, Framis recopiló las respuestas de cien mujeres a la pregunta ¿qué van a dejar en el mundo si no tienen hijos?, que se pueden contemplar sobre una de las paredes de una sala de la exposición, en la que también se ha dejado espacio libre para que el público pueda dejar su testimonio. Además la artista reflexiona sobre los distintos tipos de familia que existen en el siglo XXI, en esta ocasión, a través de la arquitectura, proponiendo diseños de vivienda alternativos. Su pieza Forbidden Architecture (2017), que forma parte del proyecto Century 22 (toma su nombre de Century 21, la mayor red inmobiliaria del mundo), evidencia la obsoleta hegemonía del constructo «matrimonio heterosexual con varios hijos» y pone el foco sobre la amplia diversidad de familias: heterosexuales, monoparentales, parejas homosexuales y solteros, con o sin hijos.

Los hombres también juegan un papel fundamental en esta exposición, por ejemplo, en obras como Mamamen (2004), en la que la artista confeccionó trajes para ejecutivos adaptados para transportar a un bebé. No obstante, Framis no solo muestra a los hombres vestidos, sino que se atreve también a mostrarlos desnudos en su pieza 8 de junio, libran las modelos (2006) para denunciar la cosificación y la exhibición desmedida del cuerpo de la mujer. Fue una iniciativa que llevó a cabo junto a la firma Loewe, en la que modelos masculinos desfilaron sin ropa exhibiendo una colección vintage de bolsos blancos. El presupuesto se elevó al triple al contar con hombres modelo como protagonistas (ya que cobran tres veces más que las mujeres por posar desnudos). Otra desigualdad más que Framis quería denunciar con la pieza, que fue bien recibida por el director de la marca. Lamentablemente, fue censurada debido al desnudo y no pudo exhibirse en el evento para el que fue realizada.

Si al leer esto os han entrado ganas de gritar de indignación, la exposición dispone de una Habitación del grito (2012-2013). Se trata de una caseta de madera dividida en dos: por un lado tiene una puerta por la que el público puede pasar al interior a gritar ante un micrófono y, por el otro, una repisa en la que una máquina sensible a la voz imprime un vaso 3D con una volumetría siempre distinta, en función del tono y el timbre de cada persona. Framis la creó para una entidad financiera a fin de que sus trabajadores pudieran liberarse del estrés durante la crisis. Como recuerdo cada uno podía llevarse un vaso a casa, al igual que pueden hacerlo los espectadores que la contemplan cada vez que se expone. Y es que no es de extrañar que los seguidores de la artista tengan un recuerdo de alguna de sus obras, porque Framis deja claro que su arte se nutre de la experiencia colectiva.

Alicia Framis, The walking ceiling (2018) © Marina Fertré
Alicia Framis, vídeo de la performance The walking ceiling (2018)
Alicia Framis, Anti_dog (2002) © Marina Fertré
Alicia Framis, Hijas sin hijas (1997) © Marina Fertré
Alicia Framis, Forbidden Architecture (2017) © Marina Fertré
Alicia Framis, Mamamen (2004) © Marina Fertré
Alicia Framis, 8 de junio, libran las modelos (2006) © Marina Fertré
Alicia Framis, Habitación del grito (2012-2013) © Marina Fertré