El Palacio de Cibeles cumple cien años y, para celebrarlo, el espacio cultural CentroCentro, al que dan cobijo sus paredes, ha organizado un programa expositivo en el que varios artistas mostrarán una faceta distinta de este emblemático edificio del espacio urbano madrileño. El primero de ellos ha sido David Bestué (Barcelona, 1980) con una propuesta titulada Tramas que podrá contemplarse en la cuarta planta hasta inicios de 2020. Su modo de acercase a la historia del palacio ha sido a través del ornamento, en clave escultórica y gráfica, esta última toda una novedad en su trayectoria. «Es la primera vez que trabajo con imágenes. Quería jugar a probar algo distinto».
Esta variada selección de imágenes es la que le ha permitido a Bestué crear los variados patrones -en colaboración con el Estudio de diseño Setanta y Biel Estudio- de los wallpapers que integran la exposición. Superficies sobre las que se asientan una serie de tramas que «beben de referentes tan diversos como la filósofa y pensadora María Zambrano, las fotos de mi álbum personal o motivos de corte erótico». Todo ello para construir un nuevo relato «al margen de la historia épica del edificio».
Para este proyecto, el artista también se ha empapado de los orígenes del palacio a la hora de cimentar su discurso. Y es que «la exposición tiene una parte más didáctica y otra más de instalativa». Es, precisamente, en esta primera donde se puede apreciar su labor de documentación y su trabajo de síntesis a la hora de mostrar sobre paneles un recorrido por los cien años del edificio. En ellos descubrimos cuál fue el contexto, como fue su construcción y quiénes fueron los arquitectos. «Es la primera vez que realizo una exposición en las que se unen mis facetas de escultor y escritor».
Y es que Bestué ya había escrito artículos sobre el arquitecto Antonio Palacios, responsable junto a Joaquín Otamendi de la creación del palacio, que contribuyó a construir esa imagen de gran ciudad del Madrid de principios del siglo XX. (Palacios también es conocido por el diseño de las actuales sedes del Instituto Cervantes y del Círculo de Bellas Artes en la capital). Entre este área didáctica y la anterior zona de patrones encontramos un espacio intermedio muy Bestué. «Es la parte más potente de la exposición porque actúa como pivote al estar formada por piezas puramente escultóricas».
Estas últimas obras hacen referencia al ornamento, a la piel de todo edificio, poniendo en diálogo elementos de muy distinta naturaleza, como las placas onduladas de uralita y la crestería tan típica de las fachadas góticas y de las protorrenacentistas o platerescas. Sin duda, una manera diferente de acercase a los orígenes de este palacio y una excusa para parase a mirar y a indagar en su historia creando en paralelo nuevos relatos que proyecten el edificio hacia un futuro insumiso al canon.




