Montmartre, la Belle Époque y Toulouse-Lautrec

Comisario: Phillip Dennis Cate

La transgresión y la modernidad que supuso el ambiente de Montmartre para las artes y la sociedad parisina de finales del siglo XIX y principios del XX fue de tanto calado, que tuvo su eco en toda Europa. Tanto es así que, hoy en día, continua despertando una gran fascinación. Por eso no es de extrañar que las instituciones sigan apostando por realizar exposiciones bajo el sello de esta temática. En esta ocasión es el turno de CaixaForum que, tras acogerla Barcelona, expone en su sede de Madrid hasta el 19 de mayo la muestra titulada Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre. Para acercarse al tema han seleccionado como protagonista a la que es, sin duda, una de las grandes figuras que mejor representaron y que constituyeron en sí mismas el espíritu del momento: Henri de Toulouse-Lautrec (Albi, 1864 – Saint-André-du-Bois, 1901).

En aquellos años, el actual barrio parisino de Montmartre era un pequeño pueblo, situado en la cima de una colina, sobre la que en 1875 empezó a construirse la famosa Basílica del Sacré Cœur, finalizada tras la Gran Guerra en 1919. En sus alrededores, fue donde, a partir del Romanticismo, empezó a consolidarse e instalarse un grupo de bohemios y artistas que cada vez fue consiguiendo mayor notoriedad y adquiriendo mayor popularidad, especialmente a partir del joven Cézanne, en ese periodo conocido como La Belle Époque. Buena parte de la fama de Montmartre le vino dada debido a los espectáculos que organizaban en la sala de fiestas por excelencia: el Moulin de la Galette, el icónico molino de madera -original del siglo XVII- que tantas veces fue retratado por célebres artistas como Auguste Renoir, Ramón Casas, Vincent van Gogh, Pablo Picasso y el propio Toulouse-Lautrec.

También empezaron a surgir cafés y cabarés, que se convirtieron en concurridos lugares de encuentro, como el mítico Le Chat Noir -fundado por Rodolphe Salis en 1881- en el que no faltaban pintores, músicos y poetas en busca de grandes dosis de alcohol y cancán. Aunque se ha especulado sobre los diversos orígenes del nombre de Le Chat Noir, una de las posibles influencias pudo ser la litografía El encuentro de los gatos (1869) de Édouard Manet, que se muestra en la exposición junto a otras obras, como la caricatura -en tinta y acuarela- titulada Rodolphe Salis en Le Chat Noir, realizada por el dibujante Georges Tiret-Bonet, o la pintura Apoteosis de los gatos (1890) de Théophile Steinlen, autor del mítico cartel que acabó por convertirse en el logotipo del cabaré y también del cartel que promocionó la gira del Teatro de Sombras de Le Chat Noir durante el verano de 1896. Y es que el local fue conocido, y es recordado además, por ser la cuna del resurgimiento en Europa del Teatro de Sombras (de la mano del artista Henri Rivière), al que la exposición dedica una sala repleta de figuras negras, que cuenta hasta con un pequeño teatro portátil.

Todo ello incluido dentro de un recorrido ameno, con un cuidado montaje que integra a la perfección la amplia cifra de 350 obras procedentes de colecciones de todo el mundo. Cada sala ha sido amueblada, pintada y ornamentada con esmero para adentrar al espectador en el ambiente de la Belle Époque. Tampoco falta una vibrante música de fondo, que incluye desde piezas de cancán hasta la melodía de las composiciones al piano de Erik Satie. Y cómo no, las obras más populares serán los carteles, de los que Toulouse-Lautrec fue uno de los maestros pioneros. Su peculiar estilo le llevó a recibir un gran número de encargos para realizar los carteles que anunciaban los espectáculos de teatros y cabarés. En la exposición puede contemplarse el primero que realizó del mítico Moulin Rouge, en el año 1891, y que causó un gran furor entre el público. Toulouse-Lautrec también pintaría en estas obras a intérpretes y bailarinas, entre ellas a leyendas como Yvette Guilbert.

La popularidad de la estética de cartel hizo que el dibujo pasase a ser una técnica protagonista y dejara de ser concebida como una mera pieza preparatoria de la pintura. La prensa fue preparando el terreno y jugó un papel muy importante en este sentido, ya que entre sus páginas era habitual encontrar un gran número de dibujos que ilustraban los artículos, especialmente los de los periódicos satíricos y las revistas. Un ejemplo de ello fue el semanario humorístico Le Rire, mostrado en esta exposición, en el que podemos ver varios dibujos de Toulouse-Lautrec. El artista siempre mantenía en todos ellos esa frescura y vivacidad que hizo su arte tan reconocible y tan imitado. Fue un gran amante de las fiestas y del mundo de la noche hasta tal punto que sería imposible desligar su trayectoria de ellos. Se sentía cómodo en aquel entorno, viviendo en los burdeles y siendo amigo de las prostitutas, que tantas veces protagonizaron sus obras. Decidió alejarse de la clase noble de la que procedía (nació en el Castillo de Albi y murió en el Castillo de Malromé), y de la que supo retratar, con gran sentido del humor, su hipocresía. Un auténtico bohemio, creador de unas obras que uno no se cansa de contemplar y, menos aún, al estar rodeado de tan buena compañía como en esta ocasión.

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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré
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Vista de la exposición Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre en CaixaForum © Marina Fertré